Y siempre la pobre fingiendo acento, usando pelo falso e inventándose cosas para que un ambicioso corresponsal le invitara un paseo en moto o al menos un coctel.
Tenía méritos para ser arrestada como ladrona, contrabandista y calumniadora. "Compraremos todo lo que se pueda comprar, y el resto, lo robaremos", le decía su jefe. Parece que lo único que sabía hacer bien era detectar lo que las otras mujeres ansiaban. (Bueno, un poco de alcohol le hizo sincerarse con una pequeña imagen de una Santa Catalina que veneraba una que otra madurona. Todo bien penoso, llorando ebria, rogando con esperaza, ataviada de cofia y tacos y abrazada a una escalera de mano).
Te han comparado con Mata Hari, te han apodado semi virgen y te han elogiado como la más dulce, inocente y fría ladrona de caballos.
Salía de noche, pasos furtivos, siempre intentando pasar inadvertida. Negaba sus formas y buscaba el olvido. Varias veces fue confundida con lo que no era (en parte por su innegable capacidad de encontrarse en el lugar y el momento equivocados).
Ayyy, Samantha, Samantha, Samantha. Hasta yo te he llamado Sam. Al final te espera el mismo arco, a ver si sabes reconocer la felicidad.
Gracias.
Thursday, May 03, 2007
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