Estimada Candelaria:
- Te quiero pedir perdón de corazón porque no te he ido a ver a la clínica donde ya llevas tres semanas. En realidad estoy siendo muy egoísta, porque a ti te duele el bracito y es complicado eso de removerse artesanalmente los tatuajes. Aparte que a mí se me debería haber olvidado el día ese que yo fui a comprar bebidas en el cumpleaños de la Antonia y tú te metiste con el Diego, que era el primer joven que me gustaba y que ¡milagro! parece que me encontraba algo. Comprenderás que después de que el Raúl puso esas fotos mías en internet, tenía mucho miedo de que me hicieran tonta otra vez y yo pensé que el Diego y yo teníamos posibilidades.
- Si son cosas del pasado. A mí me da pena, porque mi profesora jefe me dice que es deber de uno perdonar, así de corazón y me muero decírtelo, pero aún no se me olvida el día que le regalaste esa crema para hacer crecer las pechugas que me trajiste de Buenos Aires, pero que se la regalaste a la nana de tu mamá porque te diste cuenta que se te había olvidado traerle el dvd de Ráfaga. O sea, si entre amigas no nos abuenamos, ¿qué queda para el resto de la humanidad?
- En verdad, has sido súper importante desde que nos conocimos. ¿Te acuerdas de ese carrete en que les contaste a todo el curso que yo era virgen? Y que después yo estaba bien contenta porque los cabros de la villa no se me despegaban y yo creí que por fin me iba a resultar con el Mauro -que ahora anda con una amiga y con la Gabriela y la Alicia- y en realidad habían hecho una apuesta. Igual yo te perdoné por organizarla, porque al final ganaste plata para hacerte las extensiones y me convidaste un hot dog.
- Pucha, Candela, Candy, me he portado mal contigo después de todos los años de complicidad, después de todas las veces que nos arrancamos a la playa juntas... en realidad, nunca me invitaste cuando partías con el Giovanni, la Pili y el Armando, pero yo estaba contenta por el signo de confianza de decirle a tu mamá que ibas a alojar en mi casa. Y cuando llamaba, siempre me creía la tía que justo habías salido a comprar cigarros. Qué risa la vez que le dijiste que yo le había robado la cadenita esa bañada en oro, que en realidad se la habías sacado para que el Giovanni se comprara un nintendo. Hasta el día de hoy hace como que cruza la calle cuando me ve, para no saludarme. Ja ja ja, es un plato, tu mami. O la vez que le dijiste que el WC se había tapado porque yo tenía unos problemas intestinales y no porque tú habías tirado el regalito que te hizo el Milenko, el primo del Gionvanni y que tú no querías que él supiera.
- Al final de la vida, lo único que queda son los momentos lindos que hemos compartido, así que Candy, no te preocupes por lo de la platita. Yo te la presto feliz, o sea, qué suerte que te puedan hacer ese implante, todo de un viaje. Yo entiendo que es lo que siempre te ha traumado, así que si puedo ayudarte con eso, después de lo "mal" que me he portado contigo, "amiguita linda", de nuevo, te abono a la "cuenta corriente" de nuestra "amistad".
XOXOXO
Thursday, April 12, 2007
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment